Arturo y Clementina eran dos tortugas enamoradas. Clementina estaba muy alegre porque eran muy felices. Arturo pescaba comida él solo para los dos; como estaba tanto tiempo fuera Clementina le dijo se aburra aquí sola, Arturo saltó diciendo que hiciera algo para divertirse que solo se aburren las tontas. Entonces Clementina quería tocar la flauta y Arturo le dijo que no se sabía las notas y que era una idea absurda y ella dijo que vale.

Arturo apareció con un tocadiscos, y lo ató a la casa de Clementina porque decía que era muy distraida. Durante unos días escuchó el tocadiscos y se cansó y se entretuvo sacándole brillo y se aburría y se le ocurrió pintar flores y a Arturo le parecía una bobada; él le regalo un cuadro ya pintado y se lo ató.
Y Arturo le estaba regalando y regalando cosas hasta que el peso de la casa era insoportable. Clementina no estaba muy contenta con esa vida y salió a dar un paseo que se convirtió en diario.
Gracias al paseo su vida era más feliz, pero a Arturo no le parecía buena idea, y un día Clementina se fue.
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